sábado
"Mal de Amores"
El día 11 de Enero de 1888, nace en el barrio de la Catedral, en Córdoba, Amalia Fernández Heredia, fruto del humilde matrimonia formado por Julio Fernández y Carlota Heredia.
Sus padres quisieron bautizarla en la parroquia del Sagrario y por nombre le pusieron Amalia.
Amalia sería, pasados los años, una de las musas preferidas del pintor cordobés Julio Romero de Torres.
Desgraciadamente Amalia quedó huérfana de padre siendo aún una niña (8 años), y tuvo que buscarse la vida por sí misma.
Viviendo humildemente dentro de un feudo gitano, en un mísero cuarto de una casa de vecinos de la plaza de Alhóndiga, dedicaba el día a recoger cartones de casa en casa, y las noches a animar cabarés y saraos formando parte de un grupo flamenco.
Tenía diecinueve años y una cautivadora belleza gitana, cuando Julio Romero de Torres la encontró cerca del Mercantil, e inmediatamente quedó prendado de ella.
Se cuenta que estando el pintor sentado entado en la terraza del Casino de Labradores, en el Paseo del Gran Capitán, esquina con la calle Gondomar, oyó a un rico terrateniente comentar a su criado ante el pasar una joven: A esa morena, trótamela. Inmediatamente Julio se levantó y abordó a la joven antes que el criado, y le dijo: Yo soy Julio Romero y me gustaría pintarla a usted. De este modo llegó Amalia a su vida.
Le pagaba diez reales por posar para él, una cantidad importante para la pobre vida que llevaba aquella gitana. Su vida se cambió considerablemente, y la ilusión comenzó a ser moneda de cambio entre el pintor y la modelo.
La representó en cerca de veinte cuadros como figura central y luego como secundaria, cuando ya el paso del tiempo había hecho mella en ella.
Amalia la Gitana fue pintada con incomparable lozanía en Las Niñas de la Ribera, donde la sonrisa de Amalia se hace la protagonista del cuadro, y sorprendente además, pues el pintor habitualmente rodeaba a la mujer de esa enigmática atmósfera de silencios.
Con esa misma sonrisa la retrataría en un lienzo de pequeño formato con el pecho al desnudo y una manzana.
Brilla con luz propia en La Consagración de la Copla, en donde sobresale como eje central de la escena simbolizando a la copla, de entre los brocados toreros, el oro de las casullas y los fondos ocres de Córdoba.
La Consagración de la Copla
En 1912, y siempre aprovechando sus rasgos dramáticos, el pintor realiza para la portada de un libro de Machaco, Cante Hondo, el lienzo Malagueñas.
Malagueñas
También la inmortalizó en su obra La saeta que fue la estrella de la exposición que Romero de Torres realizó en Bilbao en 1918 en los salones del Majestic-Hall.
La Saeta
Sus agitanados ojos negros eran la viva expresión del tormento cuando Julio Romero de Torres la pinto en su obra Celos, que llegó a ser la obra cumbre de la exposición en el Museo de Bellas Artes de Buenos Aires. Corría el año 1922 y Amalia ya había pasado las lindes de los treinta años.
Celos
El día 10 de mayo de 1930, fallece el pintor y Amalia vuelve a su mísera vida de antes, en el mísero cuartucho de la calle Alhóndiga.
Sus ojos azabaches se cerraron un día de 1976, cuando contaba ochenta y siete años tras cuarenta y seis de pobreza y seria, después de la muerte del pintor.
Bibliografía:
*M.Valderde Candil: Las mujeres de Julio Romero, Colección Córdoba, Diario Córdoba-Cajasur
5 soñaron conmigo:
Vale!...
...el cachorro apodaban!...???
Olivier, no he entendido muy bien tu comentario.
He pasado por tu blog para dejarte uno pero no tienes laopción a comentarios abierta.
Saludos
Un placer haber soñado contigo en esta entrada, qué historias las de Julio Romero y sus modelos, sin duda bellísima esta mujer. Saludos.
Málaga, verdaderamente Julio Romero de Torres sabía escoger con maestría a sus modelos.
Saludos.
jejeje.... muy buena contestación, con esta entrada es imposible decir lo contrario!!
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