Manuel Machado, Sentir Andaluz

lunes

(“Patio Andaluz”- Vasyl Tretyakov)

En los colegios de antes solamente se hablaba de Antonio Machado de pasada, rodeándolo de puntillas para esquivarlo. El que predominaba en los libros de texto era Manuel Machado. Luego, cuando terminó ese angustioso periodo opresivo, se invirtieron los términos, descubriendo una cara distinta para cada uno de ellos.
Yo pienso, en ambos casos, que independietemente de los ideales que tuviera cada uno, lo que prima en este caso es la maravillosa obra que nos han dejado y el arte que le pusieron. Y ambos lo tenían.

"...Era un suspiro lánguido y sonoro
la voz del mar aquella tarde... El día,
no queriendo morir, con garras de oro
de los acantilados se prendía.

Pero su seno el mar alzó potente,
y el sol, al fin, como en soberbio lecho,
hundió en las olas la dorada frente,
en una brasa cárdena deshecho.

Para mi pobre cuerpo dolorido,
para mi triste alma lacerada,
para mi yerto corazón herido,
para mi amarga vida fatigada...

¡el mar amado, el mar apetecido,
el mar, el mar y no pensar en nada!..."
(Ocaso)

(Manuel Machado)
Manuel Machado y Ruiz, nace el 29 de agosto de 1874, en la calle Pedro Mártir nº 20 del barrio de la Magdalena de Sevilla, su padre fue Antonio Machado Alvarez, afamado folclorista conocido con el nombre de “Demófilo”, autor de numerosos estudios sobre el folclore andaluz y gran amante del sentir popular del mismo, amor que heredó Manuel y que mantuvo vivo durante toda su vida.
Su madre, Ana Ruiz Hernández, era hija de unos confiteros que residían en Triana.

Su abuelo fue Antonio Machado Núñez, médico afamado y catedrático de las Universidades de Sevilla, Madrid y Santiago, casado con doña Cirpiana Alvarez Duran, pintora y escritora.

El matrimonio tuvo seis hijos, uno de ellos el también poeta, Antonio Machado, con quien conjutamente escribiría Manuel numerosas obras teatrales.


Manuel se crió en Sevilla, frecuentando el palacio de Las Dueñas, lugar en el que su padre desempeñaba el cargo de Administrador de la casa ducal de Alba, sin embargo la economía familiar era escasa, recurriendo para alimentarse a la renta de la abuela, en los meses en los que el sueldo no llegaba a final de mes.

Cuando Manuel contaba nueve años de edad, el abuelo consiguió la cátedra de la Universidad de Madrid, en 1883, y la familia marchó tras él, instalándose en un piso de la calle Claudio Coello, la misma calle en donde vivía el poeta sevillano Gustavo Adolfo Bécquer. Poco tiempo después se trasladaron al número 3 de la calle Almirante.
El padre de Manuel consigue un puesto como catedrático de folclor y allí, en Madrid, estudiaron los tres hijos mayores.


En 1885, Manuel Machado Alvarez (el padre) embarca hacia Puerto Rico para hacerse cargo del Registro de la Propiedad. Sería la última vez que Manuel vería a su padre, pues éste regresa a España en 1893 gravemente enfermo y muere en Sevilla sin ver a sus hijos.
Manuel hace su primera y segunda enseñanza en la institución Libre, dirigida por don Francisco Giner de los Ríos. Se licenció en Filosofía y Letras en 1896 y ganó la 1º plaza de Archivero Bibliotecario en 1910.

"Calle del Betis. Triana.
El corazón del estío
penetra el escalofrío de la fuente charlatana.
La Velada de Santa Ana
llena de música el río.
Con los ojos de Rocío
se ilumina la ventana.

De envidia, al verla, una estrella,

en las alturas sin fin,
estremecida rutila.
Y se apaga cuando ella
sale envuelta
en el jardín
de su mantón de Manila."
(Julio)
El amor que siente por todo lo andaluz y sevillano hace de él una presa permanente de la nostalgia, y escribe tímidamente sus primeros versos.

(Dibujo del Café Fornos por Cecilio Pla en El Globo de Alfredo Vicenti)

Empieza a frecuentar los cafés cantantes madrileños, entre otros el famoso de “La Marina”, situado en la calle de la Reina. Va también con su hermano al no menos famoso “Café Fornos”, en la calle de Alcalá, esquina a la de Peligros, donde se reúnen los más significados artistas de la vida bohemia madrileña.

A Manuel le atrae mucho el cante Jondo.


Entre los contertulios de Fornos está Manuel Sawa, hermano del famoso Alejandro, personaje dramático de la bohemia española, y al que Manuel Machado habría de dedicarle años más tardes uno de sus más bellos y sentidos poemas.



Fue como un epitafio que empieza con estos versos:


“…Jamás hombre más nacido
Para el placer, fue el dolor Más derecho.
Jamás ninguno ha caído

Con facha de vencedor
Más deshecho...”

Como se sabe, este personaje de la más trágica vida española fue también pintado por don Ramón Valle Inclán en su obra Luces de Bohemia. Por aquellas fechas, Manuel es también víctima de la bohemia madrileña y se enamora de cierta mujer de vida alegre, y ante tal desbordamiento, su madre, hondamente preocupada, decide envialo a Sevilla donde estará bajo la tutela de su tío Rafael. De esta suerte, el encaprichamiento del poeta con la fémina desaparecerá con la distancia.

Entre 1895 y 1897, el poeta vive en Triana, con sus abuelos maternos, hecho que marca su vida. Se despiertan sus sentimientos más andaluces, se aficiona al cante flamenco, a los toros, a las procesiones, y desarrolla la sensibilidad secreta de su pueblo, aprendiendo a reconocer el dolor profundo y oculto bajo la sonrisa. Asiduo a las tertulias toreras del Bombita y otros toreros en el Café de Silverio Franconetti, pasa largas horas viviendo su pueblo.

(El Torero Bombita - Imagen de Todocolección.net)
Toda la intensidad de estas vivencias quedan reflejadas en la mayoría de sus versos:

“…Y suena esa divina musiquilla
De “La Giralda”, que es toda Sevilla,

Y es torera y graciosa y animada,

Y habla de la mujer enamorada

Que nos espera…Y nombra

Naranjos y azahares,

Y la caña olorosa,

Y una alegría rítmica en cantares,

Y una triste vaga y lujuriosa..."


"...Los látigos chasquean,

Agitan las mulillas

En su carrera locas campanillas,

Y mientras que se orean

Las frentes sudorosas

Y en el pecho golpean

Los corazones, suena

La música torera y sevillana,

Y, dejando en la arena

Un surco negro y grana,

Pasa arrastrando el toro…

Lleva en el fuerte cuerno

Un hilillo de oro…”


(Extractos del poema "La Fiesta Nacional")

Durante sus años en la Universidad contrae amistad con Sales y Ferré, Federico de Castro, Luis Montoto, Joaquín Hazañas, entre otras personalidades de la vida literaria y científica de la ciudad y escribe artículos en “El Porvenir”, periódico liberal del popular político sevillano Pedro Rodríguez de la Borbolla. En estos momentos se produce un acontecimiento en la vida del poeta.

En Sevilla, en aquellos años juveniles, conoce a una bella mocita, prima suya, llamada Eulalia Cáceres, con la que algunos años más tarde contraerá matrimonio. Con Eulalia se pasea por la ciudad, se divierte en las típicas veladas, y la considera su musa.


("Egloga Vespertina" - Documentos publicados en la página web del escritor José García Nieto)
Y llega el año 1897, que es el año de su licenciatura en la Facultad. Sus amigos y admiradores le preparan un agasajo en el “Café Nacional”, situado en la calle Sierpes. Por su parte Manuel ha disfrutado del mejor cante en la ciudad del Guadalquivir, en El Burrero, el de Silverio y Novedades; este último instalado en una de las más típicas casas sevillanas, en la antigua esquina a la céntrica Campana.
Tras su licenciatura, Manuel regresa de nuevo a Madrid, en donde se encuentra teñido en la más honda melancolía. Ha prometido a su novia volver a la ciudad para casarse con ella. Lo cuenta en su casa y a la familia le encanta esta decisión amorosa del poeta, y Manuel se reincorpora a la vida literaria de la capital, en aquellos días muy interesante.


En año 1908 hace un viaje a Sevilla para ver a su novia y allí le llega la noticia del desastre nacional, que habría de pasar a la historia con el nombre de “desastre del 98”. Manuel siente, como la mayoría de los españoles, el más hondo dolor.


A finales de aquel mismo año se marcha a París para ampliar sus estudios por cuenta propia y se instala en el Hotel Medicis, donde había vivido Verlaine, en pleno barrio Latino viviendo allí hasta el año 1901.

Sus ingresos los obtiene realizando traducciones para la casa Garnier Frères. También en París conoce a Gómez Carrillo, Rubén Darío, Oscar Wilde, y a todas las personalidades de interés en la vida literaria parisiense, haciendo con alguno de ellos una gran amistad.

Es a orillas del Sena en donde escribe con la mayor nostalgia una serie poemas andaluces que recoge en un libro titulado Almas, en el que figuran entre otros, «Adelfos» poema dedicado a Miguel de Unamuno, y que bien podría describirse como una de las más hermosas autobiografías de la literatura española que el poeta describe con una indescriptible belleza.

“…Yo soy como las gentes que a mi tierra vinieron
- soy de la raza mora, vieja amiga del sol -,
que todo lo ganaron y todo lo perdieron.
Tengo el alma de nardo del árabe español.
Mi voluntad se ha muerto una noche de luna
en que era muy hermoso no pensar ni querer...”

O Cantares:

“…Vino, sentimiento, guitarra y poesía
hacen los cantares de la patria mía.
Cantares...
Quien dice cantares dice Andalucía.
A la sombra fresca de la vieja parra,
un mozo moreno rasguea la guitarra...
Algo que acaricia y algo que desgarra….”

Estos versos nos revelan la inmensa nostalgia que el poeta siente en París por su tierra Sevillana.
En el año 1901, Manuel Machado regresa a Madrid y funda revistas como “Electra” “Juventud”, “Elios” y “Mundo Latino”, entre otras.

En 1910 contrae matrimonio con Eulalia en la iglesia sevillana de San Juan de la Palma, partiendo esa misma noche el matrimonio para Madrid e instalándose en un caserón de la calle Corredera Baja, junto a su madre Ana Ruiz.
Continúa publicando libros: Apolo, Museo… hasta que en 1912 ocurre una desgracia familiar que aflige a todos: la joven Leonor, esposa de Antonio Machado, muere prematuramente de tuberculosis.
Ese mismo año publica Manuel su libro Cante Jondo, dedicado a su mujer Eulalia que tiene un éxito sin precedentes, ganando la 1ª plaza de Archivero-Bibliotecario de Santiago de Compostela
.

"A todos nos han cantado
en una noche de juerga

coplas que nos han matado…

Corazón, calla tu pena;
a todos nos han cantado
en una noche de juerga.

Malagueñas, soleares
y seguiriyas gitanas…

Historias de mis pesares

y de tus horitas malas.

Malagueñas, soleares
y seguiriyas gitanas…

Es el saber popular,
que encierra todo el saber:

que es saber sufrir, amar,

morirse y aborrecer.
Es el saber popular,
que encierra todo el saber."
(Cante Hondo)

El matrimonio se traslada a tomar posesión del cargo, pero a los pocos días de recibir el mismo parten de nuevo hacia Madrid, pues Manuel entra en la Biblioteca Nacional.

En 1915, Enrique Gómez Carrillo solicita al poeta que se haga cargo de la crítica teatral en “El Liberal”, el cual recibe la propuesta de muy buenas ganas, dado que el mundo de la escena le ha gustado desde que era muy joven.
Esta nueva faceta de crítico teatral le crea un renombre entre los actores de la época, que esperan con impaciencia sus artículos, que llegan a ser apreciadísimos.
Las críticas publicadas, son recogidas al año siguiente en un volumen sobre sus mejores crónicas de la vida madrileña.

En 1921 aparece su libro Ars Moriendi, haciendo partícipe a su hermano Antonio de su decisión de terminar con su etapa poética pues en aquellos momentos Manuel sufre una honda depresión espiritual y física, pero consigue superarla con sus obras escénicas e incluso con otras muestras literarias y poéticas que no habría de interrumpir hasta su muerte.

En colaboración con su hermano Antonio, escribe una distendida producción dramática, “Desdichas de la fortuna o Julianillo Valcárcel”, estrenada por la compañía de María Guerrero y Fernando Díaz Mendoza en 1926, contando la misma con los mayores elogios.


(Fotografía obtenida en el estreno de La Lola se va a los Puertos, en el teatro Fontalba el 8 de noviembre de 1929. Sentados, de izquierda a derecha, Manuel Machado, la actriz Lola Membrives y Antonio Machado; detrás, de pie, Ricardo Puga y otros actores de la comedia - Fotografía publicada en la página web de Abel Martín)

Otras obras que realizan en colaboración son “Juan de Mañara”, “La Lola se va a los Puertos”, “La Duquesa de Benamejí”, “Las Adelfas” y “La prima Fernando”, todas con una composición política y dramática y siempre impregnadas de situaciones que recuerdan al típico ambiente andaluz, siendo “La Lola se va a los Puertos”, la obra cumbre de la creación teatral de los hermanos Machado.

Antonio Machado, el presidente del gobierno Miguel Primo de Rivera, Manuel Machado, y José Antonio Primo de Rivera, en el hotel Ritz de Madrid el 27 de noviembre de 1929 - Fotografía publicada en la página web de Abel Martín

En el mes de Julio de 1936, Manuel y Eulalia deciden ir a Burgos para visitar a una hermana de Eulalia, monja. Se quedan allí y allí va a producirse la separación física definitiva entre Manuel y Antonio con el estallido de la guerra civil el 18 de ese mismo mes.
Esta separación hace que los dos hermanos tomen sus senderos separados para conducirlos, hacia el final de sus vidas, a abrazar los dos diferentes bandos en los que desembocó España por culpa de la guerra civil.
Sin embargo, Manuel y Antonio, a pesar de recorrer caminos separados en la creación poética, siempre conservaron un paralelismo en sus obras, coincidiendo en muchas de ellas en matices que muestran la infancia y juventud que vivieron conjuntamente.

Denunciado por un tal Danaras, Manuel es detenido, pero puesto rápidamente en libertad gracias a la intervención de unos amigos del poeta.
En 1938 publica "Horas de Oro", se une a la causa Nacional, y pasa a formar parte de la Academia de la Lengua Española. El acto tuvo lugar en el palacio de San Telmo de San Sebastián y la contestación estuvo a cargo de José María Pemán. Manuel se convirtió en el poeta oficial del nuevo régimen. Esto también lo convierte en el centro de crítica de sus discípulos y el distanciamiento con su exiliado hermano Antonio llegando a cortar ambos completamente las relaciones. Este hecho sucumbió con la fama de Manuel, quien, obligado por el bando de los vencedores de la guerra, tuvo que retractarse de su pasado afrancesado y liberal, envuelto en un halo de confusión que ya no le abandonaría nunca.
(Antonio y Manuel Machado-1927)

Cuando en el año 1939 llega a Madrid la sublevación de Franco, Manuel dedica una poesía (“Al sable del Caudillo”), al militar golpista y dictador, lo que le valió el reconocimiento y el salvoconducto que le permitía vivir dentro de un régimen opresor que exterminó y arrojó al exilio a tantos poetas, literatos e intelectuales de mucha valía.

Sin embargo poco tiempo después de publicarla, el poeta siente un gran arrepentimiento, sobre todo cuando una mañana de 1939, lee en el periódico la noticia de que su hermano Antonio ha muerto en su exilio francés. Decide ir a Colliure a visitar su tumba, y encuentra también la de su madre, que había muerto sin que él tuviera conocimiento de ello.
Dolorido, arrepentido y apenado, Manuel no regresa a España hasta que no acaba la guerra. A su vuelta publica "Ópera Omnia" y algunas antologías de sus versos.


Posteriormente estrena una nueva obra teatral “El pilar de la Victoria”. También por aquellos años está al frente de la Biblioteca Municipal, en donde se reúne con jóvenes poetas y escritores, en los cafés o en su casa. Escribe artículos en periódicos y revistas y transcurre su vida entre su elegancia espiritual y el recuerdo de su hermano Antonio.

Manuel Machado fallece en Madrid, el 19 de Enero de 1947, con la misma sencillez que le había caracterizado toda su vida, dejando una colección de poesías de intensísima calidad.


Toda la obra de Manuel Machado fue desestimada y anclada en un sombrío olvido cuando a partir de los años setenta, ya cercano el final de la dictadura, la juventud antifranquista comenzó a desenterrar a todos aquellos poetas que habían muerto por manos franquistas o vivían aún en el exilio. El resurgir de todos estos poetas opacaron a todos aquellos otros que habían brillado hasta el momento, olvidándose, en el caso de
Manuel Machado, que además de poeta y escritor también fue un gran divulgador de las letras de los cantes flamencos, escritos con la gracia andaluza y conocidos como “cante jondo”.

Se dice que sacaba su inspiración de la inmensa colección de letras de cante flamenco que su padre había recopilado a lo largo de toda su vida, letras y cantes tomadas de los anónimos cantaores andaluces.
Gran estudioso de todos los estilos de cante flamenco, sus poemas estaban compuestos para la voz y la música de seguidillas, coplas y soleares.
Creó una variante de soleá en la que el verso central tenía un número desproporcionado de sílabas, y escribió como nadie los sonetos octosílabos denominados sonetillos.


"La Soleá"
"Yo me agarro a las paredes

cuando te encuentro en la calle,

chiquilla, pa no caerme."


"Tengo un querer y una pena.

La pena quiere que viva;
el querer quiere que muera."
(Manuel Machado Cante hondo, 1912)

Bibliografía: *"El mal Poema de Manuel Machado" - Luisa Contoner
* Manuel Machado - Gran Enciclopedia de Andalucía

* Biografía de Manuel Machado -
Los Poetas.com

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